Al
ingresar a La Antigua Guatemala por la 3ª Calle Oriente
(Calle de los carros) y llegar a la 3ª Avenida Norte,
visitantes, turistas y peregrinos pueden contemplar las
ruinas de la fachada que, en la época colonial, fue de
la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, popularmente
conocida como Iglesia El Carmen, destruida totalmente
por el terremoto ocurrido en 1773. Esas ruinas están
cerradas al público. |
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Adyacente a esa edificación se encuentran las ruinas del
convento que también perteneció a esa misma orden
religiosa.
En la actualidad, las ruinas de dicho convento se
encuentran totalmente reacondicionadas para el
funcionamiento y actividad del Mercado de artesanías
El Carmen.
Aquí, hábiles artesanos ofrecen diversas manualidades
que han preparado en tejidos, cuero, piel, madera,
metal, algunas piedras semi-preciosas como el jade, y
pedrería en general. |
Durante los sábados, domingos y días festivos algunos
artesanos, debidamente autorizados, ofrecen en venta sus
manualidades colocándose frente a las ruinas de las
edificaciones a las que se ha hecho referencia; ello con el
objetivo de estar más a la vista de los visitantes y exponer
sus artesanías; no obstante encontrarse abierto el referido
mercado.
Los visitantes tienen un
fácil acceso a la oferta de las artesanías El Carmen
Para conocer
algunas de las manualidades disponibles en este lugar, y
facilitarle su elección, puede ingresar a nuestro apartado
Mercado de Artesanías
El Carmen
incluido en la página principal de este sitio Web: Inicio.
Entre las finas artesanías que pueden adquirirse en este
mercado se encuentran, entre otras, las siguientes:
Bolsas de mano con diferentes y coloridos diseños, preparadas
en tejidos y de diferentes tamaños. Estas bolsas son las que
predominan en las artesanías ya que son las preferidas para
llevar cómodamente documentos, celulares, cámaras
fotográficas, recuerdos y otros artículos adquiridos mientras
se realizan recorridos en la ciudad colonial:
No faltan los tejidos, que son lienzos de tela
elaborados con llamativos y coloridos diseños de acuerdo
a la creatividad de los artesanos. Entre los tejidos
predominan las telas típicas, los centros o caminos de
mesa e individuales, los perrajes
o mantos y las bolsas publicitarias.
Las telas típicas
se manufacturan con dedicación y esmero.
Los güipiles (huipiles) o blusas para damas se confeccionan pacientemente
con vistosos bordados y tradicionales diseños, ofrecidos para
lucir como parte de una indumentaria autóctona y regional
femenina. Las artesanas del lugar manifiestan a los visitantes
que estos güipiles también pueden ser colocados como adornos
junto a espejos de paredes o en mesas junto a floreros.
En los tallados en madera predominan las bases
rectangulares para colocar velas, pintadas en color
negro o café; pero también se elaboran bases circulares
con llamativa y colorida alegoría.
Se
esculpen figuras zoomorfas, o sea que poseen formas que
se asemejan a un animal; y también, se realizan efigies que
imitan rostros de conquistadores españoles. Además, se tallan
máscaras que representan rostros de señores mayas.
Generalmente, como atavío tradicional, dichas figuras
se utilizan en los bailes autóctonos, como la Danza del
Venado, la Danza del Jaguar, la Danza del Mico, la Danza de la
Guacamaya y la Danza del Torito, entre otras; y las referidas
máscaras se emplean en los bailes que reseñan aspectos
de la época colonial, como el de La Conquista, y el de los
Moros y Cristianos, entre otros.
Con relación a la bisutería y joyería, se elaboran
pendientes, aretes, pulseras y collares utilizando fino
metal que enchapa piedras semi-preciosas como el ágatha,
ojo de tigre, obsidiana y jade, entre otras.
Pequeñas figurillas en cuya confección se evidencian trajes
típicos, como enalteciendo a las poblaciones indígenas
ubicadas en la periferia de la ciudad colonial o lugares
circunvecinos.
¡Colaboremos
con el desarrollo socioeconómico de los artesanos antigüeños,
y de los
provenientes de la periferia de la ciudad colonial,
adquiriendo sus originales artesanías!
Aspectos
históricos de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen
Los orígenes de esta edificación datan de 1638, cuando
el Ayuntamiento de la ciudad de Santiago de los
Caballeros concedió autorización para la construcción de
una Iglesia y Ermita, bajo la advocación de la Orden de
Nuestra Señora del Carmen. En 1651, esas instalaciones
fueron destruidas por los sismos ocurridos en el mismo
año. En 1686, se edificó una nueva Iglesia, que también
sufrió gran deterioro por el terremoto ocurrido en 1717. |
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La nueva edificación se concluyó en 1728 con la forma que se
aprecia actualmente; sin embargo, el terremoto acontecido en
1773 la dejó totalmente destruida y en ruinas, manteniéndose
en pie las paredes laterales y la fachada. Estas ruinas están
cerradas al público. A esta edificación religiosa, por
facilidad, se le llamaba Iglesia del Carmen, y así se le
reconoce en la actualidad.
El frontispicio de esta Iglesia permite imaginar la
majestuosidad con la que la misma fue construida. Tenía dos
niveles en los que aún puede observarse la ubicación de un
total de
veinticuatro columnas,
doce por cada nivel. Es necesario aclarar que una columna del
segundo nivel fue derribada como consecuencia de movimientos
sísmicos.
Cada nivel tenía dos torres, de seis columnas cada una.
Las columnas están agrupadas por pares y descansan sobre
un podio, cuya superficie está tratada como un panel que
seguramente se decoró con estuco.
Esas columnas, cuyo orden es poco común, se encontraban
también talladas en estuco con finos atauriques en
espiral, o sean decoraciones de formas geométricas y
patrones que imitan follaje (ramas, hojas y flores).
Igual tallado tenía el frente de la nave central, en la
que aún pueden observarse adornos con diseños de hojas
de acanto y palmas, y cada grupo separado por rosetas.
En la edificación se utilizaron ladrillos también
revestidos del material indicado. Actualmente, las
columnas que correspondían al primer nivel ya no tienen
el mencionado tallado en estuco.
Así lucían los
atauriques en las veinticuatro columnas |
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A diferencia de otras edificaciones religiosas de la época
colonial, en la fachada de esta Iglesia no se incluyeron
imágenes religiosas. Únicamente se encontraba en la amplia
hornacina central una efigie de Nuestra Señora del Carmen, que
fue derribada por el terremoto del 4 de febrero de 1976.
Se trata de las ruinas de una fachada única en la ciudad
colonial de La Antigua Guatemala.
Según se sabe, la edificación de iglesias y claustros de los
monasterios y conventos de las distintas órdenes religiosas,
como sucedió en la época colonial, se realizaba bajo la
percepción de una geografía sagrada, es decir, en la
que se concibió un espacio geográfico mediatizado por la
dimensión religiosa en particular y la cultura poblacional,
donde lo social fue determinante porque se compartió con
muchas personas.
Tomando en cuenta lo indicado en el párrafo anterior, lo
mediático de la evangelización en la mencionada época, y el
misticismo característico de la ciudad de Santiago de los
Caballeros, actualmente La Antigua Guatemala, nos motiva a
expresar las siguientes reflexiones:
¿Será probable que la edificación de la fachada de la
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, cuyas ruinas
coloniales se contemplan en la actualidad, haya sido
influida por textos bíblicos contenidos en el
Apocalipsis de Juan Apóstol (Jn 4; 2,4,10 y 11)? |
Apocalipsis es una palabra griega, que significa Revelación.
El libro Apocalipsis contiene las revelaciones hechas a Juan
Apóstol durante su destierro a la isla de Patmos.
En el Capítulo 4 del Apocalipsis se describe que Juan Apóstol,
en una visión extática, ve a Dios en su solio, rodeado de
"veinticuatro ancianos"... que le glorifican.
¿Será
posible que las columnas coloniales de la fachada de la
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en ruinas, hayan
sido construidas bajo la influencia de las revelaciones
contenidas en el Libro y Capítulo indicados para
representar místicamente a los "veinticuatro ancianos"
visionados por Juan Apóstol en el Templo celestial? |
Nos queda la inquietud...
Fuente
de textos bíblicos: La Sagrada Biblia, nueva edición
guadalupana, por Félix Torres Amat, Obispo de Astorga. MCMLXV.
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