Conozca La Antigua Guatemala

 

 

...la ciudad colonial que ofrece una valiosa tradición cultural y religiosa

 

 

Ciudad de Santiago de los Caballeros, breve historia

 

    

  La Antigua Guatemala

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  Prólogo

 

Varios fueron los hechos históricos sucedidos antes y después de la fundación de la Ciudad de Santiago de los Caballeros, por lo que a esa ciudad, conocida actualmente como La Antigua Guatemala, se le considera colonial. Entre esos acontecimientos se relatan, en forma breve, algunos de ellos:

 

 Conquista de tierras americanas

 

Desde el siglo XVI, la vida de los pueblos indígenas de tierras americanas se vio seriamente afectada como consecuencia de la invasión, conquista y colonización realizada por la milicia de la realeza española. Las incursiones que realizaban los regimientos españoles originaron el descontento de los pobladores de aquellos pueblos indígenas, quienes al sublevarse era reprimidos en acciones militares, al término de las cuales los nativos eran considerados esclavos y obligados a reconocer tributos.

 

En ese "nuevo mundo", hacia el año 1510 llegó a La Española, actualmente Santo Domingo, un grupo de frailes dominicos decididos a evangelizar y dotados de un gran sentido de justicia. Levantan una iglesia pajiza y junto a la iglesia, el convento sencillo y humilde. Aquí se enciende de indignación el alma de esa comunidad evangélica al observar la falta de humanidad y explotación a la que era sometida la población nativa de aquellas tierras americanas.

 

Por ese motivo, la monarquía española tuvo que reflexionar sobre la guerra que se hacía a los nativos americanos y el trabajo que les era impuesto. Con relación a las acciones militares, esa monarquía emitió un escrito conocido como el Requerimiento, que no era más que una llamada al sometimiento indígena en forma pacífica. La exposición de los argumentos contenidos en ese escrito se hacía constar en castellano, y se consignaba que mediante intérprete debía leerse a los indios antes de una acción guerrera o de conquista, advirtiéndoles que si no aceptaban la autoridad real, o presencia española, se les haría la guerra y serían considerados esclavos; indicándoles al mismo tiempo, que ellos mismos serían culpables de los daños que se originasen de las acciones militares. Sin embargo, a pesar de dicho documento, se incurría en abusos por parte de los conquistadores españoles porque muchas veces no se disponía de un traductor del documento, por lo que los indígenas no entendían el contenido de aquel escrito; o cuando se les leía no ponían la más mínima atención o simplemente porque no había tiempo de hacerlo, pues los indígenas se defendían y atacaban de inmediato.

 

No obstante lo dispuesto por la realeza de España, los frailes dominicos, especialmente Fray Bartolomé de las Casas, no quedaron conformes, pues observaron que el Requerimiento no solucionaba las infamias cometidas por la milicia española; razón por la que siguieron cuestionando la conquista por indigna y contraria a la evangelización.

 

La respuesta del reinado español a los reclamos originados por las injusticias cometidas durante la conquista y explotación de los indios americanos mediante la encomienda, fue la emisión de las Leyes Nuevas, otorgadas el 20 de noviembre de 1542 que, entre otras cosas, suprimieron el traspaso de encomiendas, la esclavitud, y se prohibió  hacer nuevos descubrimientos y tomar bienes de los nativos americanos.

 

   Conquista de Guatemala

 

Los conquistadores españoles Pedro de Alvarado y Jorge de Alvarado, ambos hermanos, llegaron procedentes de México a territorio guatemalteco para conquistarlo con el apoyo de los indígenas de Tlaxcala, que habían sido sometidos en México y convertidos en aliados por el ejército de Hernán Cortés, también conquistador español.

 

En 1524, Pedro de Alvarado, gobernador en la alta jerarquía de los conquistadores españoles, y el sacerdote dominico Juan Godínez, Capellán del ejército español, el 25 de julio del año mencionado, fundaron en Iximché (que fue la capital del reino Kaqchikel) una población española cuyo nombre asignado recayó en el Apóstol Santiago, el santo patrón de dichos conquistadores, por lo que esa población fue nombrada Villa de Santiago de los Caballeros de Goathemala. Ese mismo día tuvo principio la Iglesia, pues en el mismo Cabildo en que se nombraron Alcaldes y Regidores que gobernaran la ciudad, también se nombró al mismo sacerdote Juan Godínez para que distribuyese a los vecinos el pan espiritual. En el segundo Cabildo del Ayuntamiento, el 29 de julio del mismo año (1524), sin que existiera formalidad alguna, se le dio a la población el título de Ciudad, convirtiéndose así en la primera ciudad fundada en el Reino de Goathemala.

 

En la actualidad…

 

En La Antigua Guatemala, se encuentra una pintura conocida como "La batalla de conquista de Guatemala". Es una copia de segmento del Lienzo de Tlaxcala del siglo XVIII.

 

Esa reproducción pictórica es una de las muchas escenas que contenía el códice mexicano del Siglo XVI, en su mayoría desaparecido. Una copia fue realizada en el siglo XVIII, la que actualmente se halla en el Museo de Antropología e Historia de la ciudad de México, con el nombre de Lienzo de Tlaxcala; consta de 80 cuadros, y se ofrece una relación de los tlaxcaltecas aliados a los conquistadores españoles. Mide 7 x 2.50 metros.

 

 

En la lucha contra los conquistadores españoles, sobresalió la figura de un líder indígena, símbolo de la resistencia, que se recuerda por su tenacidad, dignidad para proteger su tierra y guiar a su pueblo para hacer lo mismo, rechazando la rendición. Se trató de Tecún Umán, un cacique quiché que se considera una de las figuras más importantes en la época de la conquista de Guatemala.

 

De acuerdo con la leyenda, ese guerrero, ataviado con plumas de ave Quetzal y una engalanada corona, armado con una lanza con punta de piedra y un escudo, y acompañado de un ave Quetzal, guió a su ejército, también armado con lanzas, macanas de piedra, escudos y arcos con flechas, para rebelarse y luchar contra los invasores.

 

La batalla fue desigual: Tecún Umán, a pié, y Pedro de Alvarado, a caballo. El guerrero indígena asumió que al arremeter contra el animal derribaría a su oponente, por lo que atacó y mató al caballo del invasor. El Capitán español cayó al suelo pero al recuperarse hirió mortalmente con su espada el pecho del valiente indígena. La leyenda también dice que el fiel compañero del guerrero Maya, el ave Quetzal, con evidente tristeza se posó en el pecho del fallecido Tecún Umán, manchando sus plumas con sangre. Desde aquel día, todos los Quetzales machos han nacido con plumas de color rojo carmesí en el pecho, recordando lo sucedido al guerrero caído.

 

En nuestros días…

 

Guatemala reverencia a Tecún Umán por su honorable determinación de no rendirse y luchar por la libertad de su pueblo; por lo que se le ha conferido un legado que permanece:

 

El 22 de marzo de 1960, según Decreto 1344, Tecún Umán fue declarado Héroe Nacional y símbolo de la defensa de la nacionalidad guatemalteca.

 

En su honor fue construida una escultura, que lo simboliza como estar en guardia, en un área cercana a la entrada del Aeropuerto Internacional La Aurora, en la zona 13 de la ciudad capital de Guatemala.

Asimismo, los billetes de cincuenta centavos de Quetzal (Q.0.50), que fueron emitidos en su oportunidad, tienen en el anverso una figura que lo representa.

 

 

Iximché se encuentra en lo que hoy es Tecpán, Guatemala, Chimaltenango. Este lugar, que casi no tiene vestigios coloniales, fue elevado a la categoría de ciudad, según Acuerdo del 25 de julio de 1924, al conmemorarse el cuatricentenario de la fundación de la primera ciudad en Guatemala.

 

Iximché era la capital del Reino de los Kaqchiqueles, indígenas nativos del lugar, quienes se encontraban descontentos por el asentamiento español, y apenas dos años después de la fundación de la primera ciudad de Santiago de los Caballeros, los indígenas se sublevaron y presentaron una decidida y recia batalla para expulsar a los invasores, lo cual lograron en 1526.

 

En 1527, Jorge de Alvarado fue nombrado, temporalmente, como Teniente de Gobernador para tomar el control de la Gobernación de Guatemala, en virtud que Pedro de Alvarado se trasladó a España al ser llamado por la monarquía para solventar aspectos relacionados con la conquista de las nuevas tierras.

 

Escarmentados los conquistadores españoles, luego de la rebelión de los indígenas kaqchiqueles ocurrida en Iximché, Jorge de Alvarado trasladó la ciudad de Santiago de los Caballeros al Valle de Almolonga, ubicado en las faldas del volcán Hunapúh, que en la actualidad es conocido como "de Agua", y situado entre lo que hoy son los departamentos de Escuintla, Sacatepéquez y Guatemala.

 

El 22 de noviembre de 1527, se celebró un Cabildo en el que Jorge de Alvarado ordenó asentar la Ciudad de Santiago de los Caballeros en el Valle de Almolonga, convirtiéndose así en la segunda ciudad  fundada en Guatemala. Ese mismo día se mandó señalar sitio para un Oratorio, lo que se ejecutó en Cabildo del 20 de julio de 1530. El Oratorio fue llamado Iglesia de Santiago de Guatemala, constituyendo la primera parroquia fundada en esa ciudad.

 

En esa época de evangelización, se necesitó de asociaciones religiosas y de medios didácticos para que la población a evangelizar  asimilara el catolicismo, surgiendo con el transcurso del tiempo, además de los oratorios, las capillas abiertas, las iglesias, los altares de veneración, los huertos, las velaciones, y los recorridos procesionales.

 

Con la introducción de las festividades religiosas y celebraciones civiles que indicaban fiestas especiales de los conquistadores, también se introdujeron los juegos pirotécnicos, ya que era costumbre, por ejemplo, quemar cohetillos durante las caminatas del Pendón Real (estandarte) español; en festejos y bienvenidas de autoridades de la monarquía española; así como en las festividades en honor de los santos patronos de las diferentes poblaciones de indígenas.

 

Entre los frailes misioneros que tuvieron a su cargo aquella evangelización, se mencionan: Los frailes dominicos, que predicaban contra la herejía del dogma religioso del cristianismo; los frailes franciscanos, quienes vivían el cristianismo en pobreza y ayuda a los más pobres y desamparados; y los frailes mercedarios, que además de la evangelización, intervenían en la redención de cautivos, es decir en la liberación de indígenas cristianizados que por estar retenidos por infieles, podrían sufrir de apostasía, o sea, la retractación o renuncia a la Fe cristiana aceptada.

 

El fraile dominico luchador en Santiago de los Caballeros por los derechos de los pueblos indígenas fue Fray Bartolomé de las Casas, quien murió el 17 de julio de 1566.

 

Actualmente...

 

En el año 2011, la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala, a instancias del Procurador Dr. Sergio Fernando Morales, creó la Orden Fray Bartolomé de las Casas, para reconocer la vida y obra de quienes han trabajado a favor de los derechos humanos; y al mismo tiempo, como un reconocimiento y honor al fraile dominico que luchó en favor de los pueblos indígenas en el tiempo de la conquista de tierras americanas.

 

El 9 de agosto de 2011, la primera de aquella Orden fue otorgada a Monseñor Rodolfo Cardenal Quezada Toruño -el Obispo de la Paz- en reconocimiento a su ardua incansable, paciente e incesante labor en la Comisión Nacional de Reconciliación, por la paz en Guatemala.

 

Las actividades más recordadas serán las que ejerció entre 1987 y 1993, cuando presidió la referida Comisión; y la Conferencia Episcopal, de 1988 a 1992, al iniciarse las conversaciones de paz, donde fue nombrado Conciliador Oficial del Proceso de Paz.

 

Monseñor Quezada Toruño ejerció el Arzobispado en la Catedral Metropolitana hasta el 2010 ya que al cumplir 75 años de edad presentó su renuncia, la que le fue aceptada por el Papa Benedicto XVI.

 

El lunes 4 de junio de 2012, Monseñor Quezada Toruño falleció a la edad de 80 años. Después de honrar sus restos en velación fue inhumado, a las 10 horas del día jueves 7 de junio del mismo año, en la Capilla de Santiago Apóstol de la Catedral Metropolitana. Que Dios le conceda el descanso eterno.

 

El 28 de julio de 1532, el Rey Carlos I concedió a la ciudad de Santiago de los Caballeros un "Escudo de Armas".

 

Al presente…

 

En La Antigua Guatemala, se resguarda parte de un Escudo de Armas de Santiago, tallado en piedra.

 

En dicho Escudo, enmarcado en un ribete o reborde, se representan tres volcanes, el del medio en erupción, y sobre los mismos la imagen del Apóstol Santiago montado a caballo, armado y blandiendo una espada. En la parte superior se simboliza una corona.

 

El contraste de esta fotografía fue incrementado para apreciar un posible color en la piedra

 

 

En 1534, fue fundada la primera Catedral en la ciudad de Santiago de los Caballeros, asentada en el mencionado Valle de Almolonga.

 

El 7 de abril de 1537, y en sustitución del Padre Juan Godínez, Capellán del Ejército, se nombró como primer Obispo al Licenciado Francisco Marroquín, para la iglesia parroquial de Santiago de Guatemala, en Catedral.

 

En 1540, la monarquía española promulgó la Real Cédula que ordenaba que los pobladores asentados en pequeñas aldeas dispersas en áreas consideradas rurales, debían ser reunidos y establecidos en poblados que se habían fundado especialmente para ellos.

 

En 1541, llegó a la ciudad la noticia de la muerte del conquistador Don Pedro de Alvarado y Contreras, el 4 de julio del mismo año, como consecuencia de una acción de la milicia española, en el sur de México. Su esposa, Doña Beatriz de la Cueva, convertida en viuda, lloró constantemente la muerte de su esposo; y por la tristeza que evidenciaba se le llamó "La sin ventura". Al poco tiempo, se le nombró Gobernadora de Guatemala, el 9 de septiembre del referido año.

 

Como consecuencia de las intensas lluvias en la región, acompañadas de fuertes vientos y relámpagos, el agua acumulada en el cráter del Volcán de Agua se desbordó y originó una inundación, entre el 10 y 11 de septiembre de 1541, que destruyó y sepultó varias casas de la localidad. Allí murió su gobernadora Doña Beatriz de la Cueva, juntamente con otros pobladores.

 

 

En este volcán aún puede apreciarse la ruta de destrucción que originó el desbordamiento del agua acumulada en su cráter, en 1541.

 

Volcán de Agua, conocido también como Hunapúh. Su altura es de 3,765 metros y se localiza al sur-poniente de la ciudad

 

Temerosos los moradores de esa Ciudad, el Cabildo del Ayuntamiento decidió alejarse del Valle de Almolonga y construir una nueva ciudad más al noreste, en el Valle de Panchoy. Esa nueva ciudad fue trazada el 22 de noviembre de 1542, sin duda para hacer memoria, que en el mismo día y mes, pero de 1527, se había delineado la ciudad que se abandonó en el Valle de Almolonga.

 

En la actualidad…

 

A la ciudad que fue motivo de traslado en 1542, se le conoce en nuestros días como Ciudad Vieja.

 

No obstante los movimientos sísmicos ocurridos en diferentes épocas, la referida primera Catedral luce majestuosa. Se aprecia con un color blanco y cuenta con dos torres, que en su parte superior corresponden a los campanarios.

 

La fachada de esa edificación muestra, en la nave central, columnas finamente talladas con filigranas en estuco, trece nichos con esculturas representando a padres de la iglesia y a santos, así como a siete arcángeles. En la hornacina central se encuentra una imagen que representa a La Inmaculada Concepción; y en el nicho central, se aprecia un recipiente conteniendo el Fuego Divino que simboliza al Espíritu Santo.

 

 

A un costado de esa Catedral se encuentra el ingreso a la Parroquia de La Inmaculada Concepción, en donde se sitúa la Capilla de Adoración Perpetua.

 

Capilla de Adoración Perpetua

 

 

El patio interior de dicha Parroquia se encuentra jardinizado y enmarcado en cuatro corredores laterales. En el centro, se localiza una fuente de tipo colonial:

 

 

 

La Ermita de Santa Lucía fue la primera iglesia en el Valle de Panchoy. Su construcción fue ordenada por el Obispo Francisco Marroquín, en 1542, con el designio que los trabajadores que edificaban la nueva ciudad tuvieran un lugar adonde asistir para las celebraciones eucarísticas.

 

Ahora…

No obstante los acontecimientos sísmicos ocurridos en diferentes épocas, la Ermita de Santa Lucía se encuentra de pie y luce totalmente remodelada y reacondicionada para la celebración de oficios religiosos.

 

Esa edificación se localiza en Alameda Santa Lucía y Calle del Espíritu Santo, esquina (al final de la 7a. Calle Poniente).

 

Ermita de Santa Lucía

 

 

Cuando se abandonó aquella ciudad para ser trasladada al Valle de Panchoy, la mencionada primera Catedral quedó bajo el cuidado de la Orden de los Franciscanos, con la advocación de La Inmaculada Concepción.

 

El 10 de marzo de 1543 se celebró el primer Cabildo en el Valle de Panchoy para fundar la nueva Ciudad de Santiago de los Caballeros, convirtiéndose así en el asentamiento permanente de la tercera ciudad en Guatemala. El mismo día en que se concluyó la nueva edificación, se trasladó a ella la Catedral provisional, mientras se edificaba la formal, iniciada en 1545. [Concluida esta última, la Ermita de Santa Lucía quedó al cuidado de clérigos hasta la ruina de dicha ciudad].

 

El 10 de marzo de 1566, el Rey Felipe II concedió a la ciudad el honroso título de "Muy Noble y Muy Leal", convirtiéndose en la tercera ciudad más importante en tierras americanas, después de México y Lima, Perú.

 

 

Asimismo, la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala fue una Capitanía General, creada en 1568, que se extendía desde el sur de México (Chiapas) hasta Costa Rica.

 

La fachada de dos niveles, con  sus 54 arcos, del Palacio de los Capitanes Generales evidencia lo que fue la Capitanía General de Guatemala o Audiencia de los Confines.

 

Palacio de los Capitanes Generales

 

Actualmente, el Palacio de los Capitanes Generales se encuentra restaurado y reacondicionado.

 

Los oratorios construidos por los frailes evangelizadores tuvieron un carácter provisional, ya que con el transcurso del tiempo se construyó una plaza o atrio, que era una plazuela rectangular frente a la iglesia principal de la población. En el centro del atrio solía existir una cruz. Luego, se edificaba la iglesia y con la ayuda de cordeles o cuerdas se delimitaban los terrenos para la urbanización del poblado.

 

Alrededor de 1550, aunque no necesariamente en las esquinas de aquellas plazuelas rectangulares, se inició la construcción de pequeñas capillas abiertas como presbiterios, conocidas como Capillas Posas, surgidas en el entorno cultural de la implantación de la religión cristiana, y construidas, generalmente, con dos de sus lados cerrados y los frontispicios principales, es decir con vista hacia la plazuela, se edificaban en forma de arcos o semicírculos apoyados en sus columnas. Entre los materiales utilizados para la construcción de esas capillas, se encontraban: ladrillos de barro cocido, piedras, argamasa, techos de madera, tejas, cúpulas, revestimientos en estuco, y ornamentaciones artísticas.

 

Normalmente, en las poblaciones se fundaban cuatro cofradías a quienes se les encargaba el cuidado, ornamentación artística y mantenimiento de dichas capillas. Entre los usos que pudieron darse a esas capillas abiertas, los historiadores han propuesto:

 

Que tuvieron una función didáctica, ya que además de impartir la evangelización allí también se instruía sobre diversos oficios y normas aplicadas en las tierras americanas conquistadas. En todos los casos, los pobladores se congregaban en la plaza o atrio en donde estaban situadas dichas capillas. En cuanto a la enseñanza de la doctrina cristiana, se dice que las personas eran agrupaban por género y edad, es decir, hombres, mujeres, niños y niñas; o,

 

Que se utilizaron para preparar altares temporales al aire libre en donde se colocaban las imágenes de veneración o para conmemorar o enaltecer la imagen del santo patrón de la comunidad. Pero su función principal correspondía a las procesiones del Santísimo Sacramento; que salían de la iglesia y avanzaban por la plaza o atrio en sentido opuesto a las manecillas del reloj, deteniéndose en cada una de dichas capillas. Por lo que el nombre de Capillas Posas pudo originarse del verbo “posar”, aplicado a las pausas que se hacían en esos recorridos procesionales.

 

En 1590, llegó a la Capitanía General del Reino de Guatemala, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, una imagen de Nuestra Señora, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, obsequio del monarca español Carlos I y Emperador V de Alemania. Esa imagen, también conocida como Virgen de los Reyes, fue traída desde España por fray Antonio Tineo, y destinada originalmente al Convento de San Francisco, en el Valle de Almolonga, en lo que actualmente se conoce como Ciudad Vieja.

 

Después del traslado de esa Capitanía General hacia el Valle de Panchoy, el Ayuntamiento declaró, el 22 de septiembre de 1617, a esa advocación mariana como Patrona Tutelar de la ciudad de Santiago de los Caballeros, en su nueva ubicación. El 8 de noviembre del mismo año se autorizó la procesión anual en honor de la misma advocación, cada 8 de diciembre.

 

Con el resguardo de dicha imagen en su capilla en el Templo de San Francisco El Grande, ubicado en la referida ciudad, se contribuyó a fomentar y fortalecer la Fe de los feligreses de aquella época, originándose así una tradición que en la actualidad constituye una veneración jubilosa a la Inmaculada Concepción, el día antes indicado.

 

Es importante agregar que con motivo de la devastación de la ciudad de Santiago de los Caballeros, originada por el terremoto ocurrido en 1773, el Cabildo del Ayuntamiento decidió trasladar la capital a otra sede, el Valle de la Ermita o de la Virgen, llamando a la nueva ciudad la Nueva Guatemala de la Asunción, fundada provisionalmente el 1 de enero de 1776 y, en definitiva, mediante orden real del 23 de mayo del mismo año. En consecuencia, esa imagen de la Virgen de los Reyes, la Inmaculada Concepción, se trasladó al Templo de San Francisco, construido por los frailes franciscanos, en la nueva metrópoli, o sea la actual ciudad de Guatemala.

 

En la actualidad...

 

El 5 de diciembre de 1954, en el marco del primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el Papa Pío XII concedió a la imagen de la Virgen de los Reyes la Coronación Pontificia, máximo honor que la iglesia otorga a las esculturas más célebres, veneradas, insignes y queridas del pueblo católico. Es conveniente recordar que en la Constitución Ineffabiliis Deus, del 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX pronunció y definió ese dogma.

 

Durante varios siglos de Fe y amor, esa imagen ha recibido especial veneración del pueblo de Guatemala cada 8 de diciembre, día muy especial en el que los fieles devotos y creyentes acuden en gran número al encuentro del tradicional “Rezado a la Inmaculada Concepción y recorrido procesional por diversas calles de la ciudad capital de Guatemala. El anda procesional fue donada por el Rey de España a Guatemala.

 

El 3 de agosto de 2005, el presidente de la República, en ese entonces, señor Oscar Rafael Berger Perdomo, impone la Orden del Quetzal en grado de Gran Cruz, a dicha imagen, en acto celebrado en el salón del recepciones del Palacio Nacional de la Cultura, como homenaje a la benemérita labor de los frailes franciscanos, a cuya orden religiosa pertenece esta advocación mariana y quienes iniciaron la devoción religiosa que se ha mencionado.

 

El 5 de diciembre de 2012, El Ministerio de Cultura y Deportes de la República de Guatemala emitió el respectivo Acuerdo mediante el cual declara al Rezado a la Inmaculada Concepción, del Templo Histórico de San Francisco en la ciudad capital,  como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación, al considerar que dicho Rezado representa una manifestación cultural de carácter religioso que constituye y fortalece la identidad guatemalteca.

 

Cuatricentenaria, pontificia y condecorada imagen de la Virgen de los Reyes, La Inmaculada Concepción, que actualmente se venera en el Templo Histórico de San Francisco, en la ciudad de Guatemala, ubicado en la 6a. Avenida y 13 Calle Zona 1.

 

 

A mediados del siglo XVI, y por encargo del fraile dominico Lope de Montoya, tres escultores de la ciudad de Santiago de los Caballeros tuvieron el acierto, las calidades artísticas y el honroso encargo de realizar, en plata pura, la imagen de Nuestra Señora del Rosario. Los tres maestros, discípulos del platero sevillano Andrés Revolledo, burilaron esa imagen basándose en la que tenía la Cofradía del Rosario y que era conocida como Nuestra Señora de la Antigua, ataviada con un traje en forma de campana. La imagen fue bendecida en 1592 y ubicada en el Templo de Santo Domingo, lo cual fortaleció y fomentó aún más el fervor de la feligresía para el rezo del Santo Rosario.

 

En esa imagen se logró representar la maternidad de María, con su mirada hacia abajo en gesto de misericordia y gracia, con una ternura que cautiva. Lleva en el brazo izquierdo al Divino Niño, como dormido, en una posición natural; y en la mano derecha, un cetro, que la representa como reina del cielo y de la tierra. Esa efigie quedó bajo el cuidado y protección de la misma Cofradía del Rosario, fundada el 1 de noviembre de 1559, que fue la primera cofradía erigida en Centroamérica con esa advocación mariana.

 

Actualidad…

 

Como referencia, es importante señalar que con motivo de la devastación de la ciudad de Santiago de los Caballeros (lo cual se comentará más adelante), el Cabildo del Ayuntamiento decidió trasladar la capital a otra sede, en el Valle de la Ermita o de la Virgen, llamando a la nueva ciudad la Nueva Guatemala de la Asunción. Consecuentemente, la imagen de Nuestra Señora del Rosario, anteriormente mencionada, se trasladó a una iglesia provisional que los frailes dominicos tenían preparada en la nueva metrópoli.

 

El 16 de octubre de 1931, el Papa Pío XI emitió el Decreto para la Coronación Pontificia de esa imagen de la Virgen del Rosario. El 28 de enero de 1934, se coronó solemnemente a dicha imagen como Reina y Patrona de Guatemala.

 

En 1969, al considerar la arraigada devoción del pueblo guatemalteco hacia el rezo del Santo Rosario, el Papa Paulo VI concedió al Templo de Santo Domingo la categoría y dignidad de Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario; lo que se concretó el 27 de septiembre de 1970.

 

El 4 de octubre de 1992, el entonces Alcalde de la ciudad capital, Oscar Rafael Berger Perdomo, en conmemoración del IV centenario de la veneración de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, la declaró Alcaldesa Perpetua de la ciudad capital.

 

En 1583, los frailes de la Orden de Nuestra Señora de la Merced concluyeron la edificación de su iglesia, que habían iniciado en 1546. A esta Orden se le refería como mendicante, ya que además de la evangelización, mantenía entre sus reglas como imprescindible objetivo dar y pedir limosna para la labor liberadora de los cautivos, es decir, en la liberación de indígenas cristianizados que por estar retenidos por infieles, podrían renunciar a la Fe cristiana que habían aceptado. El 24 de mayo de 1583, se constituyó la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced, que ha rendido reverentes cultos a una de las imágenes que mayor aclamación ha tenido la nueva ciudad: Nuestra Señora de la Merced.

 

La construcción de su convento, iniciado también en 1546, fue concluido hasta en 1623, convirtiéndose en el primer monasterio para religiosos. Con motivo de los sismos y terremotos ocurridos en diferentes épocas, los frailes construyeron otra iglesia, la que fue inaugurada en 1767, siendo la que se conoce en la actualidad.

 

En 1598, nació Juana de Maldonado y Paz hija del Oidor de la Audiencia Juan de Maldonado y Paz, y de Concepción de Quintanilla. Desde temprana edad esa joven fue muy acosada, ya que su belleza, talento y privilegiada posición social fueron el centro de envidias, intrigas y escándalo en la ciudad.

 

Fue la primera poetisa colonial y escritura de Guatemala y América Central, en el siglo XVII. Ingresó al Convento de La Limpia e Inmaculada Concepción como Sor Juana de Maldonado y Paz, habiendo realizado, el 27 de diciembre de 1619, su Voto de profesión como Sor Juana de la Concepción. Debido a su holgada posición económica, la familia de la religiosa sufragó los gastos incurridos en la edificación de apartamentos privados para que, formando parte del mismo Convento, Sor Juana pudiera vivir con lujos y privilegios de la época, y así dedicarse a sus actividades literarias. Esa célebre monja murió en 1666.

 

La mencionada edificación es conocida popularmente como el Convento de Sor Juana de Maldonado.

 

En nuestros días… En Julio de 2007, gracias a la colaboración y donativo del Gobierno de China Taiwán, y la ejecución por parte del Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala, se inició el Proyecto de Restauración del Convento de Sor Juana de Maldonado. Dicho Proyecto ya se encuentra concluido.

 

En 1613, fue fundado el Convento de Santa Catalina Mártir. En esa época, las religiosas del Convento de La Limpia e Inmaculada Concepción, consideraron conveniente fundar una nueva institución, en virtud que ya existía gran número de religiosas que habían tomado el hábito de su convento, y otras que pretendían vestirlo. Para el efecto, cuatro religiosas de ese convento concepcionista fueron seleccionadas, por ser las más sobresalientes y por tener relación con las primeras familias de Guatemala, para la fundación del Convento de Santa Catalina Mártir, siendo el segundo recinto para monjas en la ciudad.

 

Pasado el tiempo, ellas adquirieron una propiedad al otro lado del mismo convento, pero existiendo una calle de por medio. Allí construyeron una iglesia, que fue inaugurada el 15 de septiembre de 1647. En vista que era una regla de ese Convento un singular espíritu de retiro y encerramiento, es decir de clausura, mediante el cual se impedía a las monjas y novicias salir a la calle, incluso ser vistas por la población común, en 1693 solicitaron al Ayuntamiento permiso para cerrar la calle y poder trasladarse libremente a su nueva propiedad. La autorización les fue negada, pero se les autorizó la construcción de un puente arqueado para no dificultar el acceso de los feligreses a la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, localizada al final de esa misma calle. El 21 de agosto del mismo año, las religiosas iniciaron la construcción del mencionado puente arqueado, con un corredor cerrado que les permitía trasladarse al coro de la iglesia desde sus celdas o habitaciones sin ser vistas, cumpliendo así aquella regla de clausura. Dicha construcción se concluyó en 1694.

 

Al presente...  

 

No obstante los movimientos sísmicos acontecidos en diferentes épocas, las gruesas columnas con las que se construyó ese puente arqueado quedaron de pie. Actualmente, luce una cúpula con un reloj, que le fue adicionado en época reciente, y se le conoce como el Arco de Santa Catalina.

 

 

 

 

Se localiza en la Calle del Arco, una de las más concurridas en la ciudad colonial, ya que es un lugar de paseos peatonales donde se realizan diferentes actividades culturales y festividades; y también, es uno de los lugares más reconocidos y admirados en La Antigua Guatemala.

 

Arco de Santa Catalina, visto hacia el norte. Al fondo, se observa la Iglesia de la Merced

 

El 18 de febrero de 1651, Pedro de Betancur, (Santo Hermano Pedro de San José Betancur), con el deseo de llevar el evangelio al "nuevo mundo", arribó a la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, proveniente de Vilaflor, Tenerife, Islas Canarias, España. En el momento en que Pedro vio esta ciudad desde los altos de Petapa, sobre el Valle de Panchoy, había exclamado "Aquí he de vivir y morir".

 

Inicialmente trabajó como tejedor en un obraje de paños y sayales, cerca de la ciudad. Construyó un oratorio y en su tiempo libre se dedicaba a la enseñanza de la doctrina cristiana y primeras letras a niños y adultos analfabetas, así como a la atención de enfermos pobres. Recurrió a la mendicidad y a la caridad pública para alimentar a pobres y desamparados. Se dedicó a trabajar como ayudante de albañil en la construcción de la Ermita del Santo Calvario, y como sacristán de la misma.

 

El 8 de diciembre de 1654, sucedió un hecho histórico verificado en el Templo de San Francisco el Grande, en la ciudad de Santiago de los Caballeros: Con gran recogimiento espiritual, el Hermano Pedro hizo un juramento de fidelidad a La Inmaculada Concepción, juramento que sellaba cada año, firmándolo con su sangre. En 1655, le fueron otorgados los hábitos interior y exterior de la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco, ya que el Hermano Pedro quiso vivir el espíritu de esa fraternidad siendo Terciario franciscano o sea, viviendo como seglar, sin entrar en un convento. El 19 de marzo de 1657, al cumplir 31 años de edad, sembró un árbol de Esquisúchil en el jardín de dicha Ermita.

 

En 1664, inició la obra y construcción del Hospital de Nuestra Señora de Belén, para la atención de convalecientes, edificación que se concluyó en 1665. En este último año, obtuvo permiso del señor Obispo para cambiar su apellido, como lo hacían los religiosos, y llamarse en adelante Pedro de San José Betancur. Además de sus ejercicios espirituales y obras de caridad, también realizaba constantes ejercicios de mortificación corporal.

 

Al final de su vida instituyó, con sus compañeros religiosos, la Orden Bethlemita, la primera orden hospitalaria en América latina. También, dictó su testamento en el que pidió de caridad que se le entierre en la Iglesia del Señor de San Francisco El Grande, en el lugar de la sepultura de los Hermanos Terciarios. Murió el 25 de abril de 1667.

 

El 31 de enero de 1676, el monarca español Carlos II concedió autorización para fundar universidad en la ciudad de Santiago de los Caballeros. El 6 de junio de 1680, su Majestad instruyó hacer los Estatutos correspondientes para el buen funcionamiento de la nueva entidad, a la que se nombró Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre las primeras cátedras que se impartieron estaban: Cánones, Leyes, Filosofía, Teología, Medicina y Cirugía. El 18 de junio de 1687, el Papa Inocencio XI confirmó la fundación de dicha universidad, dándole facultad de conferir grados en todas las ciencias, y le concede todos los privilegios que gozan las universidades de México y de Lima, Perú. Asimismo, le confiere el título de Real y Pontifica Universidad de San Carlos de Guatemala.

 

En 1680, fue inaugurada la edificación de la segunda Catedral, cuya construcción se había iniciado en 1669. Esa edificación sustituyó a la de la primera Catedral, iniciada en 1545, pero que fue demolida en 1668.

 

Con la introducción de las festividades religiosas y celebraciones civiles que indicaban fiestas especiales de los conquistadores, también se introdujeron los juegos pirotécnicos, ya que era costumbre, por ejemplo, quemar cohetillos durante las caminatas del Pendón Real (estandarte) español; en festejos y bienvenidas de autoridades de la monarquía española; así como en las festividades en honor de sus santos patronos. Se dice que en el referido año 1680, al quedar inaugurada esta Catedral, hubo repique de campanas y quema de juegos pirotécnicos durante siete días.

 

En el altar para oficiar misa, en Catedral, se colocó una pequeña efigie de Nuestra Señora del Socorro que llevó el capitán español Francisco de Garay. A esa advocación, los conquistadores españoles y los parroquianos del lugar le tenían mucha veneración y se oficiaba misa todos los sábados, a las que asistían los vecinos aún más que a las fiestas de mayor solemnidad. Sin embargo, habiendo estado esa imagen en gran veneración, con el tiempo se fue enfriando la devoción de los creyentes hasta llegar a perder su memoria. Pero quiso el Eterno despertar su recuerdo con un prodigio. Al observar el párroco de dicha Iglesia que de ciertas maderas que se tenían guardadas y apiladas en uno de sus ángulos se levantaba un resplandor o vapor como de fuego, se mandó a revisar aquel maderaje en el que se encontró, no sin gran admiración, aquella imagen olvidada. Esto encendió de nuevo y aumentó, de gran manera, la devoción y el afecto de los fieles a la efigie dedicada a la Sagrada Señora, que con el tiempo se trasladó a una capilla de la misma Catedral.

 

 

Actualmente…

 

A esta edificación, reconstruida parcialmente, se le conoce como Parroquia de San José Catedral.

 

En una lápida, ubicada en las ruinas del antiguo Altar Mayor de esta Catedral, se indica que en la bóveda (catacumbas) se dio sepultura a ilustres personajes de la conquista y fundación de Guatemala, entre ellos: El primer Obispo Francisco Marroquín; el conquistador Don Pedro de Alvarado y su esposa Doña Beatriz de la Cueva.

 

En 1686, afligió a la ciudad de Santiago de los Caballeros una peste tan cruel y violenta que en tres meses ya se contaban muertos más de la décima parte de sus vecinos. A unos les quitaba la vida repentinamente, otros expiraban entre agudísimos dolores de cabeza, pecho y entrañas; sin que se pudiese encontrar el remedio, no obstante haberse hecho anatomías y otras diligencias. Eran tantos los contagiados que no alcanzaban los Sacerdotes que había en la ciudad para asistirlos; ya no se doblaban las campanas por los difuntos, ni se hacían entierros en particular, sino comunes.

 

Afligidos sobre manera los moradores de la ciudad, con tan terrible epidemia, determinaron hacer una rogación a la Madre de Misericordia, para cuyo efecto trajeron la devota imagen de Nuestra Señora de La Inmaculada Concepción, venerada por el pueblo de Almolonga (actualmente Ciudad Vieja) a la Ermita del Santo Calvario, el día 7 de diciembre. Se hizo la rogación por tres días, con inmensa concurrencia; y al tercer día, a eso de las dos de la tarde, se observó por largo rato que el rostro de la santa imagen sudaba, de cuyo prodigio dieron fe dos Escribanos que estaban presentes. Por la tarde, la sagrada efigie se regresó a la población de Almolonga, en solemnísima procesión, y desde este día cesó la peste, no enfermando ninguno de nuevo y sanando los que estaban enfermos.

 

En los inicios de los años 1700, las capillas abiertas o Capillas Posas ya no cumplían la función por la que fueron edificadas pues los cultos religiosos se celebraban con más frecuencia en las iglesias; es decir, en espacios cerrados tal como lo deseaban los frailes misioneros. En consecuencia, en la mayoría de los casos esas capillas fueron destruidas porque ya no se utilizaban o bien por movimientos sísmicos y terremotos, por lo que su utilización quedó a cargo de las cofradías.

 

La imagen de Nuestra Señora del Socorro ha sido también el auxilio de los fieles en las calamidades públicas, tal como quedó evidenciado en los libros del Cabildo del Noble Ayuntamiento de la ciudad. Consta en el Cabildo Extraordinario, del 1 de febrero de 1705, que habiendo enfurecido el volcán que se halla inmediato a esta capital, que desde la una de la mañana, no cesando de aterrorizar al vecindario, con horribles estruendos y amenazas de sepultar la ciudad con una copiosa explosión de cenizas y arenas, en tal abundancia que ocultando los rayos del sol, se había cubierto la ciudad de espantosas tinieblas, se trató en ese Cabildo de solicitar se hiciese, la misma tarde de aquel día, una procesión de rogación en la que se sacasen las imágenes del Señor Crucificado y de Nuestra Señora del Socorro, que se veneran en la Iglesia Catedral, y que en los días siguientes se celebrase un novenario de misas y sermones para, de esta manera, apaciguar las justas iras del cielo.

 

Testifica el Escribano de Cabildo que, al tiempo de celebrar ese congreso, que eran más de las diez del día y estaba la luz del sol tan opaca que, para escribir lo resuelto en él, fue necesario sacar la mesa a la puerta de la sala; pero que desde la hora que se determinó la rogación, se fue aclarando el horizonte, no quedando más que unas nubes negras sobre el volcán, las cuales, luego que las sagradas imágenes salieran de la Iglesia, se fueron disipando hasta quedar el cielo enteramente limpio. Reconocido el Noble Ayuntamiento a tan señalado beneficio, en Cabildo celebrado el día 6 del mismo mes y año, antes citado, se determinó que el último día del novenario se jure por la ciudad la asistencia a la festividad de Nuestra Señora, y que se cierre el referido novenario con otra procesión general. Para el año 1720, la efigie de la advocación de Nuestra Señora del Socorro, se hallaba colocada en el altar mayor de Catedral, trasladándose el 22 de octubre del mismo año a una Capilla dedicada a la misma Sagrada Señora.

 

Cofradías

 

Entre las cofradías fundadas en la ciudad de Santiago de los Caballeros, se mencionan las siguientes:

 

En 1552, se trasladó a la Iglesia de San Francisco la Cofradía de la Santa Vera-Cruz, que se había fundado en el Valle de Almolonga. Para el desarrollo de sus funciones, se otorgó a esa confraternidad una capilla y una sala para sus juntas. A esta cofradía se le concedieron muchas indulgencias por parte del Papa urbano VIII, el 10 de noviembre de 1637.

 

El 1 de noviembre de 1559, el Obispo Francisco Marroquín, fundó la Cofradía del Rosario. Esa Cofradía fue la primera, con esa advocación mariana, fundada en Centroamérica. El mismo día, el Obispo subió al púlpito en Catedral y exhortó al pueblo a la devoción del Santísimo Rosario; estableciendo dicha Cofradía en el Templo y Convento de Santo Domingo. Se acordó, también, hacer todos los años una procesión desde Catedral hasta el mencionado Templo, el día de la Anunciación. Escogieron ese día por celebrarse en el primer misterio gozoso del Rosario, y no estar instituida aún la festividad del Rosario. La devoción a la Virgen del Rosario trascendió, entonces, desde la capital a toda la República.

 

El 24 de mayo de 1583, se constituyó la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced  Esta Cofradía ha rendido reverentes cultos a una de las imágenes que mayor aclamación ha tenido en la nueva ciudad: Nuestra Señora de la Merced. Ante esa efigie, los feligreses han presentado sus votos y súplicas a la Soberana Reina del Cielo y de la Tierra; y muchas veces, el Ayuntamiento de la misma ciudad le hizo novenario de rogación con motivo de algunas calamidades que han afligido a la capital del Reino de Guatemala.

 

Habiéndose fundado en 1585 la Archicofradía del Cordón, en la ciudad de Asís, el Papa Sixto V dio a los prelados Generales de la Orden de San Francisco la potestad para fundar esa Archicofradía en otras partes. Éstos también facultaron a los Prelados locales de la ciudad de Santiago de los Caballeros para constituir, en 1590, la Archicofradía del Cordón, en la Iglesia de San Francisco. Sin embargo, al haberse establecido la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco, el 30 de noviembre de 1613, cesó la referida Archicofradía.

 

El 3 de septiembre de 1634, en el altar de Santa Teresa de Catedral, fue fundada la Cofradía del Santo Escapulario de Nuestra Señora del Carmen, una de las más célebres que hay en la iglesia católica. En virtud que a esta Cofradía se le otorgó facultad para otorgar escapularios a los feligreses, sus constituciones fueron incrementadas y aprobadas, el 20 de noviembre del mismo año, para el buen desempeño de sus funciones.

 

El 18 de enero de 1669, en Catedral, fue fundada la Archicofradía del Santísimo Sacramento. Esta fundación se realizó con la solemnidad de ninguna otra, pues al constituirse se declaró unida y agregada a la Archicofradía del Santísimo Sacramento de Santa María de la Minerva de Roma, conforme a la constitución general que el Papa Paulo III había establecido el 30 de noviembre de 1539. A esta ilustre confraternidad debe la ciudad de Guatemala el inestimable beneficio del Jubileo Circular, que a solicitud de sus Cófrades se le concedió en 1733, y cuya gracia comenzó a gozar la misma ciudad el día de la festividad del Cuerpo de Cristo, el 24 de junio de 1734.

 

El 8 de mayo de 1741, en Catedral, se constituyó la Cofradía de Nuestra Señora del Socorro. Con el objetivo que más personas se unieran a esa confraternidad, sus constituciones fueron renovadas y confirmadas el 14 de febrero de 1765, declarándola Cofradía Primaria, dando facultad a sus Cófrades para que puedan agregar a ella otras cofradías en toda la Diócesis de Guatemala.

 

Conventos

 

Entre los conventos fundados por los frailes evangelizadores, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, se mencionan las siguientes:

 

El Convento de la Orden de Predicadores o Dominicos, que fue el primero que se edificó en la ciudad y se construyó inicialmente con cañas cubiertas con barro y techo de heno. En 1544 se inició la construcción de un monumental convento con varios claustros, huertas extensas y una chácara con adobes y baldosas. Cuatro fueron los solares otorgados a la orden dominica, y en la parte alta de la ciudad, recibieron el sitio más extenso. Santo Domingo fue el primer Templo monástico, para 1553. Se distinguía su fachada con dos torres, en una el primer reloj público de Guatemala, y en la otra el campanario. El Templo, que llegó a ser suntuoso y tardó en concluirse, tenía diseño de cruz latina; poseía una nave central, dos laterales y varias capillas pequeñas con retablos.

 

El segundo convento fue el de los religiosos de la Orden de San Francisco. No obstante que los frailes de esa orden estuvieron en la ciudad alrededor de 1529, la fundación de su convento se realizó hasta el 11 de noviembre de 1540, pero al trasladarse la nueva ciudad en el Valle de Panchoy, en 1542, se les asignó un nuevo sitio para la fundación del convento, fundado en 1574, con advocación de San Francisco. Ese convento fue casa de estudios desde 1575, ya que en él había tres cátedras de Teología, una de Cánones y otra de Filosofía; además, tenía un colegio nombrado de San Buenaventura. Los frailes franciscanos fueron los que tuvieron a su cargo la mayor parte de la evangelización de los pueblos indígenas.

 

El tercer convento fue el de la Orden de Nuestra Señora de la Merced. Aunque desde el inicio de la conquista de tierras americanas vinieron religiosos de esa orden a la ciudad de Santiago de los Caballeros para realizar actividades relacionadas con la redención de cautivos, no tuvieron convento alguno, sino hasta 1537. Según Cabildos del Ayuntamiento de fechas 18 de mayo y 29 de junio de ese año, solicitaron sitio para edificar un Convento. El 10 de noviembre de 1539, solicitaron un nuevo sitio, pero con motivo del traslado a la nueva ciudad, en 1542, se les concedió un lugar donde edificaron su convento hasta el año 1546, concluido en 1623. A esta Orden se le refería como mendicante, ya que mantenía entre sus reglas como imprescindible objetivo dar y pedir limosna para la labor liberadora de los cautivos.

 

Gremios Artesanales

 

El hecho que, durante su permanencia en la ciudad de Santiago de los Caballeros, los artesanos españoles vieran con menosprecio sus oficios -quizás con excepción de la orfebrería-, facilitó que los indígenas y esclavos negros aprendieran tales trabajos, instruidos por maestros y oficiales quienes, en gran parte, pertenecían a las castas -familias españolas-. La mayoría de los oficios se organizaron gremialmente en los siglos XVII y XVIII, no obstante que, desde 1530, el Ayuntamiento ya había autorizado ordenanzas para los gremios de herreros y sastres.

 

Para llegar a ser maestro en un oficio había que pasar por un proceso previo de “aprendizaje” y “oficialía”. Los aprendices eran comúnmente jóvenes que adquirían los conocimientos y destrezas del oficio bajo la tutela de un maestro. Concluido el aprendizaje, se sometía al aspirante a un examen de aptitud, que si era ganado le permitía pasar al grado de “oficial”, lo cual le daba derecho a recibir salario por su trabajo. El nivel de mayor categoría dentro de un gremio lo ocupaban los “maestros”, quienes después de haber aprobado el examen ante un tribunal competente, obtenía del Ayuntamiento un título que los autorizaba a tener taller propio y les daba derecho a ejercer en su gremio los cargos de Alcalde y Veedor, así como los de Mayordomo de la Cofradía y Maestro Mayor.

 

El trabajo artesanal imprimió un sello particular al modo de vida de los vecinos de Santiago de los Caballeros. El horario de trabajo en los diferentes oficios incidía en la vida familiar y también en las actividades comerciales, políticas y religiosas. De ahí, por ejemplo, la costumbre de los albañiles, peones y carpinteros, cuya jornada laboral era controlada por el toque de campanas del Ayuntamiento, suspendían el trabajo al mediodía sin importar el lugar donde estuvieran y la fase de la obra.

 

Los gremios influyeron a la vez en las manifestaciones religiosas, ya que trataban de sobresalir en las procesiones mediante el trabajo en vistosas andas y vestimentas, con el objetivo de alcanzar una mayor jerarquía social para sus miembros. Al introducirse el mueble español en la zona, su fabricación fue adquiriendo características propias al contacto con las civilizaciones indígenas, hasta producir un tipo conocido como mueble colonial. La arquitectura de estilo Barroco tuvo su auge a partir de 1717  y permaneció hasta la ruina de la ciudad, en 1773.

 

La orfebrería fue uno de los oficios que sí requirió la técnica necesaria para hacer objetos artísticos en oro, plata y otros materiales preciosos; y cuya autenticidad se distinguía por los siguientes elementos:

 

Una marca o punzón propio del artífice.

 

Una Corona para indicar que el metal había pagado el impuesto para el Rey.

 

Y la marca de la ciudad, que en el caso de Santiago de los Caballeros eran tres volcanes con la imagen del Apóstol Santiago a caballo en la parte superior, bajo una corona.

 

La mayoría de los objetos fabricados por orfebres coloniales estuvo destinada al culto sagrado. Los que se empleaban para depositar la Eucaristía, como copones, cálices, tabernáculos y custodias, eran los de mejor expresión artística y riqueza en piedras preciosas.

 

Los Santos Patronos de los Gremios Artesanales, son los siguientes: San Lucas, de los pintores; Santa Cecilia, de los músicos; San Juan Evangelista, de los impresores; San Crispín, de los zapateros; San José, de los carpinteros; San Eloy, de los herreros; San Martín, de los  sastres; De la Santa Cruz, de los albañiles; San Isidro Labrador, de los agricultores; San Demetrio, de los plateros; San Benito, de los cocineros; De la Virgen Hilando, de las costureras; San Lorenzo, de los tejedores; San Cristóbal, de los conductores; San Diego, de los panaderos; San Agustín, de los curtidores de pieles; Santa Bárbara, de los coheteros; y, San Jeremías, de los loceros.

 

 Ruina de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala

 

Varias fueron las calamidades sufridas por los moradores de esa ciudad: lluvias torrenciales e inundaciones; lluvia de arena, ceniza y piedras incandescentes como consecuencia de erupciones volcánicas; epidemias, pestes, temblores; y terremotos, especialmente ocurridos en los años 1651, 1689, 1717 y 1751.

 

Pero la época más triste sucedió en 1773, cuando en el día 29 de julio un fuerte terremoto destruyó y asoló esa ciudad. El estremecimiento de la tierra fue tal que la duración y variedad de movimientos no fue fácil referir aún por los que fueron testigos de esa tragedia, pues la turbación y angustia no daba lugar a reflexiones. Los temblores continuaron por algunos días con mucha frecuencia. El 7 de septiembre y el 13 de diciembre, del mismo año, ocurrieron temblores que ocasionaron muchos estragos, incluso derribando edificaciones que habían quedado arruinadas desde el día de aquel fuerte terremoto.

 

Con motivo de la devastación de la ciudad de Santiago de los Caballeros, el Cabildo del Ayuntamiento decidió trasladar la Capital del Reino a otra sede, por lo que en virtud de Cédula Real del 21 de julio de 1775, se eligió el Valle de la Ermita o de la Virgen, llamando a la reciente ciudad la Nueva Guatemala de la Asunción, fundada provisionalmente el 2 de enero de 1776 y, en definitiva, mediante Orden Real del 23 de mayo del mismo año.

 

Con el transcurso del tiempo, aquella ciudad colonial volvió a poblarse pero muy lentamente y sin perder su aspecto tradicional, sus calles se conservaron empedradas, las casas de habitación no variaron en su apariencia interior y exterior, prevaleciendo la teja como material de techamiento. Las edificaciones más importantes se conservaron en su estado de ruina.

 

En la actualidad…

 

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, es importante recordar que el 25 de julio de 1524 se fundó en Iximché una población española con el nombre de Villa de Santiago de los Caballeros de Guatemala; y que conforme al segundo Cabildo del Ayuntamiento, celebrado el 29 de julio del mismo año, se le dio a dicha población el título de Ciudad, por lo que se le considera como la primera ciudad fundada en Guatemala. Por esa razón, en nuestros días, el 25 de julio de 2024, día de la festividad de Santiago Apóstol, se conmemoran 500 años de la fundación de dicha primera ciudad, conocida actualmente como La Antigua Guatemala.

 

La ciudad de La Antigua Guatemala constituye un conjunto monumental de inmenso valor para el patrimonio nacional. Tiene en realidad tal rango que puede asegurarse que su conservación es primordial no sólo para Guatemala sino para América. Es por ello que, en 1969, conforme Decreto 60-69 del Congreso de la República, Ley protectora de la Ciudad de La Antigua Guatemala, se creó el Consejo Nacional para la Protección de la Antigua Guatemala.

Apreciación

 

Junto a las edificaciones coloniales y contemporáneas, se yergue la majestuosidad de las ruinas de templos, iglesias y conventos que prevalecen en medio de una especial y extraordinaria combinación de quietud y vida moderna que experimentan visitantes, turistas y peregrinos al arribar a esta ciudad colonial, también conocida popularmente como de las perpetuas rosas.

 

Fuente:

 

Compendio de la Historia de la ciudad de Guatemala, Volumen I, Domingo Juarros; El Requerimiento (1513), Normas coloniales; El discurso de las capillas posas del ex-convento franciscano de Calpán, Puebla; Itinerario de un peregrino en una "Ciudad Mística", La Antigua Guatemala; Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala; Cofradía de San Francisco; Revista formativa de la Cofradía del Rosario; Periódico Católico La Misión; Museo de Santiago, La Antigua Guatemala; y, Museo de las Tradiciones de Semana Santa, La Antigua Guatemala.

 

 

    

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