Según la
liturgia cristiana de la Iglesia, un nuevo ciclo espiritual es precisamente el
período denominado de Adviento que constituye un tiempo de
preparación para celebrar dignamente la Navidad de Nuestro Señor
Jesucristo.
El Adviento es una
palabra de etimología latina que significa "venida". Es el
tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden
a la Navidad.
En el año
2024, el
Adviento inicia el
1 de diciembre y termina el
22 de diciembre.
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En el mes
de diciembre de cada año se celebran en Guatemala diversas
tradiciones y costumbres religiosas. Es la época de paz, esperanza y amor para celebrar un
año más la venida de Jesús en cada corazón y hogar.
Algunas de
esas tradiciones se originaron en la recordada ciudad de
Santiago de los Caballeros,
actualmente conocida como La Antigua Guatemala,
traídas a esa ciudad colonial por Pedro de Betancur - Santo
Hermano Pedro de San José Betancur- a su arribo el 18 de
febrero de 1651, procedente de Tenerife, Islas Canarias,
España; ya que para él era de su predilección preparar un
Nacimiento y realizar una procesión como parte de las
festividades navideñas.
Adviento, tiempo de preparación
Para vivir dignamente la solemnidad de la Navidad, la Iglesia
nos prepara con el período litúrgico del Adviento sin dejar de
invitarnos al arrepentimiento, penitencia y a la conversión en un
ambiente, en general, festivo, lleno de alegría y de
esperanza.
Se usa el color morado para los ornamentos y adornos de los
templos e iglesias.
En el año
2024, el
Calendario de Adviento es el siguiente:
Primer Domingo,
1 de diciembre;
Segundo Domingo,
8 de diciembre;
Tercer Domingo, 15 de
diciembre; y
Cuarto Domingo,
22 de diciembre.
Los Evangelios que
se proclaman en los Domingos de este tiempo litúrgico nos recuerdan la
necesidad constante de cambiar de vida, de convertirnos, para
que cada vez estemos más cerca de Dios. La conversión es una
tarea que no debemos dejar a un lado, siempre debemos estar en
una constante revisión de nuestra vida para ser mejores
personas. Por eso, es importante tener una actitud alerta y
vigilante, donde debemos vivir nuestra esperanza
responsablemente en una constante vigilia porque el Señor, que
es fiel, nos ha prometido su venida salvadora. Esa vigilia es
fruto de la Fe, que es el camino hacia la luz.
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Navidad es una celebración propicia para renovar
nuestra Fe y reforzar nuestra comunión con el Señor.
Con el niño recién nacido ha aparecido la luz que
significa la presencia de Dios y que al hacerse hombre
y habitar entre nosotros
cambia nuestra oscuridad en luz.
Esta es la razón de nuestra alegría y el motivo para
tener esperanza en ese caminar que le da sentido a
nuestra vida.
En esta época celebramos un maravilloso intercambio:
Ofrecemos a Dios nuestra frágil naturaleza y Él nos da
a cambio lo que corresponde a su naturaleza divina: su
espíritu, su gracia y su vida eterna. El
significado de Navidad responde a la manifestación de
ciertos valores humanos como lo son la alegría, la
esperanza, el amor, la paz y la solidaridad con
nuestra familia y con los demás.
Que la luz
de Cristo nos ilumine para hacer resplandecer en nuestra
obras la Fe que hace brillar en esta Navidad. |
Fuente de fotografía:
Parte del Mural La Caridad del Santo Hermano Pedro continúa,
que se encuentra en el Templo de San Pedro Apóstol,
adjunto a Obras Sociales del Santo Hermano Pedro.
Este es un tiempo
para aprender a orar personalmente, en familia y en la
comunidad cristiana, de corregir nuestros comportamientos
dañinos, de reconocer la presencia de Jesús en medio de la
Iglesia, de dirigir nuestro corazón a María para aprender de
ella a esperar y preparar la venida del Salvador. La devoción
a María, la Madre de Jesús, nace de su misión en la obra de la
salvación. Por esa razón, el tiempo y el mes más mariano es el
Adviento.
Entre las
tradiciones y costumbres religiosas celebradas en la
actualidad durante el mes de diciembre de cada año con motivo
de la época navideña, se mencionan: El rezo de la Corona de
Adviento, la Festividad de la Inmaculada Concepción,
la preparación de Nacimientos,
el Árbol de Navidad
y Las Posadas.
Corona de
Adviento
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El primer
anuncio de Navidad es la Corona de Adviento, que tiene raíces
simbólicas universales. Su forma circular es signo del amor de
Dios. El círculo es una figura geométrica que no tiene
principio ni fin. La Corona de Adviento nos recuerda que Dios
tampoco tiene principio ni fin, por lo que refleja su Unidad y
Eternidad. Es señal del amor que se debe tener hacia el Señor
y hacia el prójimo, que debe renovarse constantemente y nunca
detenerse.
Se ha
convertido en un elemento de pedagogía cristiana para expresar
la espera del nacimiento del Hijo de Dios como Luz y Vida,
junto a otros aspectos ciertamente importantes como son las
lecturas bíblicas, los textos de oración y el repertorio de
cantos. El follaje verde, que representa Esperanza y Vida, nos
recuerda el crecimiento espiritual que debemos tener
durante el Adviento.
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En la
Corona de Adviento se colocan cuatro velas que representan los
cuatro domingos que preceden a la Navidad del Señor.
Tradicionalmente las velas que se colocan son tres moradas y
una rosada. El color morado representa el espíritu de vigilia,
penitencia y sacrificio que debemos tener para prepararnos
adecuadamente para la llegada de Cristo; mientras que la
rosada representa el gozo que sentimos ante la cercanía del
nacimiento del Señor. Cada domingo se enciende una vela cuya
Luz simboliza Salvación y Fe. El tercer domingo se enciende la
vela rosada. La vela blanca, colocada al centro de la Corona
de Adviento se enciende la noche del 24 de diciembre. Esas
velas indican que la luz disipa las tinieblas y la oscuridad.
Cada vez que se enciende una nueva vela, también lo deben
estar las encendidas con anterioridad; es decir, que el 25 de
diciembre deberán estar encendidas las cinco velas.
En la
celebración religiosa de Adviento, se expone que Jesús es la
Luz del Mundo que viene a nosotros y nuestro corazón la anhela
y la busca, razón por la que se encenderá una vela cada
domingo; y así, al acercarnos a la fiesta del nacimiento de
Jesús habrá más luz, y mientras más nos acercamos a Él, tanto
más se iluminará nuestra vida y ¡seremos más felices!.
Primer
Domingo: Se enciende una
vela morada y se Bendice la Corona, así:
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Bendición de la Corona de Adviento, en familia:
La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu
Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se
avecina como Luz esplendorosa, para iluminar a los que
yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y
del pecado. Llenos de esperanza en su venida, tu pueblo
ha preparado esta Corona con ramos del bosque y la hemos
adornado con cirios para tener luz.
Ahora que iniciamos el tiempo de preparación para la
venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que mientras se
acrecienta la luz al encender estas velas, a nosotros
nos ilumines con el esplendor de Aquel, que por ser la
Luz del mundo, iluminará todas las oscuridades, Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
La Bendición
de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
esta Corona y sobre todos los que con ella queremos
preparar la venida de Jesús.
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Segundo
Domingo: Se manifiesta que la Esperanza es la virtud por la
cual confiamos en el Padre y en sus promesas, principal
sentido del Adviento. Se encienden dos velas moradas.
Tercer
Domingo:
Siendo necesaria la Purificación, se pide al Padre de
Bondad que nuestro corazón sea comprensivo, sincero y
generoso, para que Jesús viva en él. Se encienden tres velas,
las dos moradas y la rosada.
Cuarto
Domingo:
Se manifiesta la alegría por el nacimiento de Jesús,
por lo que se pide a María y a José nos ayude a conocerlo más,
para que Él también nazca en nuestro corazón. Se encienden
las cuatro velas, que incluye la última morada.
En los
mismos domingos, después de los temas indicados, también se
realizan lecturas bíblicas, se elevan oraciones y, en
silencio, los miembros de la familia hacen sus reflexiones y
propósitos.
En
Navidad se encienden las cinco velas, es decir, se adiciona
una blanca el día 25 de diciembre. Se realiza lectura
bíblica y como preparación para recibir a Dios que se hizo
hombre para salvarnos, reconociendo que somos pecadores y que
necesitamos su salvación, rezamos el Credo.
Festividad
de La Inmaculada Concepción
La devoción a La
Inmaculada Concepción es uno de los aspectos más difundidos de
la devoción mariana. María tiene un lugar muy especial dentro
de la Iglesia por ser la Madre de Jesús. En el Catecismo de la
Iglesia Católica, en los números del 490 al 493, podemos leer acerca de La Inmaculada
Concepción de María.
En la
Constitución Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de
1854, el Papa Pio IX pronunció y definió que la Santísima
Virgen María “en el primer instante de su concepción, por
singular privilegio y gracia concedidos por Dios, en vista de
los méritos de Jesucristo, el Salvador del linaje humano, fue
preservada de toda mancha de pecado original”. “El sujeto de
esa inmunidad del pecado original es la persona de María en el
momento de la creación de su alma y su infusión en el cuerpo.”
Desde entonces,
esta es una de las verdades que los católicos creemos, aunque
a veces no entendamos. Es lo que se llama Dogma o artículo de
Fe.
En la
actualidad, cada 8 de diciembre se celebra la festividad de
aquella advocación mariana con el rezo del Santo Rosario.
Los
Nacimientos
En cuanto
al origen de los nacimientos, se reconoce que fue San
Francisco de Asís quien tuvo el deseo de conmemorar el
nacimiento de Jesús en forma viviente. Para ello, en la
Navidad de 1223, en el Santuario de Greccio, Italia,
representó ese misterio bíblico al colocar sobre heno, en un
lugar apropiado de ese Convento, a un recién nacido y a ambos
lados un buey y un asno vivientes. Al lugar asistieron monjes
y vecinos quienes, portando antorchas, querían apreciar las
incomodidades que pudo tener el Niño Dios al nacer.
Esa
tradición quedó arraigada en los habitantes de Asís y los
padres franciscanos se encargaron de extenderla por todas las
provincias.
Para el
ahora Santo Hermano Pedro (Pedro de Betancur), Belén era el
anhelo de su alma. La tradición en Guatemala de preparar un
Nacimiento, con motivo de las festividades navideñas, se
atribuye al Santo Hermano Pedro,
devoción que
inició cuando ya se encontraba en la recordada ciudad de
Santiago de los Caballeros (conocida actualmente como La
Antigua Guatemala), procedente de su tierra natal Vilaflor,
Tenerife, Islas Canarias. Él se encargó de
trasladar
esa tradición de las iglesias a los hogares.
Cuando se
acercaba la Navidad, y año tras año, Él utilizaba su sombrero,
con el que nunca se cubrió, para llevar por las calles de la
ciudad, durante el Adviento, una imagen del Niño Jesús con
otros motivos navideños; y con gran entusiasmo, exhortaba a la
gente a prepararse para la Navidad con oraciones, ayunos y
buenas obras.
En una
Galería de Pinturas que se encuentra en Posada Belén, en La
Antigua Guatemala, se
observa esta obra realizada por Luis Alberto De León y León,
autor contemporáneo guatemalteco, en la que representa la
Navidad. El texto que podemos apreciar es el siguiente:
"El Santo Hermano Pedro, con arte y con amor se
encarga de arreglar el pesebre; y si bien se ocupa
porque haya pastores, rebaños, casas dispersas por
el valle y la hondonada, todo su interés se centra
en la gruta, refugio de sus tres amores. Es allí
donde goza en la contemplación del niño pequeñito,
de su invalidez y pobreza; donde con María lo
adora y con José se afana e inquieta por mullir el
heno y suavizar las pajas. Se sumerge en largos
silencios y en arrobos místicos; se olvida de
todo, sonríe, pronuncia Jesús, Niño de Belén"
Soledad Hernández - Bethlemita |
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Una de las
más significativas devociones del Santo Hermano Pedro era la
ceremonia que realizaba cada año,
al finalizar la misa de celebración del nacimiento del
Salvador. Aquella ceremonia consistía en salir inmediatamente
del Templo de San Francisco El Grande, acompañado de
feligreses hasta la iglesia de
La
Inmaculada Concepción,
que se encuentra en la localidad actualmente conocida como
Ciudad Vieja,
para darle
la enhorabuena a la imagen de esa advocación mariana. Todo lo
hacía cantando las coplas que Él mismo había preparado,
mientras derramaba abundantes lágrimas de alegría. Luego,
regresaba a su hospital de convalecientes para festejar al
lado de los pobres y enfermos.
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Como
testigo de la devoción del Santo Hermano Pedro por el Misterio
de Belén, aún podemos apreciar en lo alto de la fachada de la
actual Iglesia Beatas de Belén [Posada Belén] una escultura
que representa el Nacimiento. Allí se encuentran las imágenes
de los personajes bíblicos y una figura más, la del Santo
Hermano Pedro.
Escultura que representa el Nacimiento del Redentor
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Con el
transcurso del tiempo, los Nacimientos continuaron
preparándose conforme la temática bíblica pero también
enriquecidos con la adición de elementos puramente nacionales
como: figuritas de barro y otros materiales; pesebre;
aserrines teñidos con diferentes colores; arena blanca;
paisajes de la campiña elaborados en papel y cartón; flores y
frutas de la temporada, como pascuas, hojas de pacaya, pie de
gallito, “rosarios” de manzanillas, mandarinas, melones,
piñuelas, cacao, y otras; follaje y bellotas de pino; ramas de
ciprés; paja y musgos.
En esta
pintura contemporánea en la que se indica
“En el Año
de su Canonización, MMII”,
expuesta en el Museo del Santo Hermano Pedro, se representa la
Navidad.
Entre los
que contemplan tan sublime acontecimiento, se encuentra la
figura del Santo Hermano Pedro quien extasiado observa al
Salvador que vino a este mundo a servir y no a ser servido. |
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Entre los Nacimientos preparados en la época navideña, en La
Antigua Guatemala, se mencionan: el de
Obras Sociales del Santo Hermano Pedro,
el del
Templo de San Francisco, Santuario del Santo Hermano Pedro;
así como los preparados en otras Iglesias o Templos.
Algunos de esos Nacimientos pueden recordarse ingresando a
nuestras páginas correspondientes.
El Árbol de
Navidad
La costumbre
de adornar un Árbol de Navidad fue traída a América por
inmigrantes alemanes ya hace muchos años. No se conoce con
certeza su origen, pero se dice que esa tradición se remonta
al siglo VIII, durante la cristianización de los germanos,
declarándose el "Árbol del Niño Jesús".
Actualmente, colocar un Árbol de Navidad es una
tradición arraigada en la cultura hispana. Esa costumbre
está relacionada a la festividad del Nacimiento de
Jesús; por lo tanto, debe dársele un sentido cristiano y
familiar
conservando el espíritu navideño.
El
árbol es signo de vida, los adornos y las luces nos
motivan a la alegría, y los regalitos que se colocan al
pie del mismo constituyen una expresión de amistad.
Recordamos como fue preparado
este Árbol de Navidad
ornamentado en Obras Sociales del Santo Hermano Pedro.
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Las
Posadas
La
tradición de preparar procesiones con motivo de las
festividades navideñas también se atribuye al Santo Hermano
Pedro. Él tomó como emblema el símbolo más humilde y
conmovedor de las Sagradas Escrituras: Jesús en el Portal de
Belén.
“Cristo Nuestro Señor se hizo
siervo y esclavo de la humanidad en Belén”.
Según la historia, al llegar la noche santa, el
Santo
Hermano Pedro reunía una gran multitud en
torno al ahora antiguo Hospital de Nuestra Señora de Belén, actualmente en
ruinas, para realizar una
solemne procesión que recorría las calles de la ciudad,
llevando sobre un anda las imágenes de José y María, ambos
vestidos de peregrinos. El cortejo procesional era acompañado
por Hermanos Terciarios, el clero, fieles devotos, y niños
vestidos de pastores, quienes unían al fuego de
sus antorchas el fuego de sus corazones, para rezar, alabar y
glorificar al Niño Jesús y a su Santa Madre.
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En esas celebraciones del misterio de Belén, el
Santo
Hermano Pedro “perdía el juicio”, ya que de la alegría
saltaba, danzaba y entonaba villancicos que unos eran
tradicionales y otros que Él mismo había preparado, haciéndose
acompañar de una pandereta de cuero que él mismo había
preparado para “alegrar la Navidad”
Pandereta del Santo Hermano Pedro.
Museo
del Santo Hermano Pedro |
Así logró
establecer una tradición que el paso de los siglos no ha
podido borrar:
Las Posadas.
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En esta pintura contemporánea,
expuesta en el Museo del Santo Hermano Pedro, se representa la
procesión navideña que organizaba el
Santo
Hermano Pedro. |
En la actualidad, la celebración de esa tradición se realiza
a partir del 16 de diciembre de cada año y finaliza el 24 del
mismo mes; es decir, durante 9 días como un tiempo de
preparación a la noche santa. Constituyen la
Novena de Navidad en directa referencia al misterio del Nacimiento de Nuestro
Señor Jesucristo.
¡Que
estas actividades realizadas con Fe y oración fortalezcan
nuestra esperanza. Que la luz de Cristo ilumine a todos los
hombre y mujeres de buena voluntad, y que su amor se extienda
a toda la tierra!
Fuente:
Itinerario de un peregrino en una "Ciudad Mística", La
Antigua Guatemala (Ediciones Provincia Franciscana "Nuestra
Señora de Guadalupe" de Centro América y Panamá).
Templo de San Francisco, Museo del Santo Hermano Pedro. Obras
Sociales del Santo Hermano Pedro. Sitios Web: es.radiovaticana.va; ewtn.com; es.catholic.net;
revistaeccleisa.com; aciprensa.com
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