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...la ciudad colonial que ofrece una valiosa tradición cultural y religiosa

 

 

Breve Biografía del Santo Hermano Pedro de San José Betancur

 

    

  Santo Hermano Pedro de San José Betancur

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Las principales fuentes de la Biografía de Pedro de Betancur -Santo Hermano Pedro de San José Betancur- son las notas autobiográficas que él mismo escribió, y las biografías escritas por el Padre Manuel Lobo y el Padre Montalvo.

 

El deseo es que esta Biografía nos ayude a encontrarnos con el hombre que pertenece a la historia y no a la leyenda. A la vida del personaje que vivió una vida intensamente entregada a Dios y a los más pobres y desamparados.

 

Pedro de Betancur nació el 19 de marzo de 1626 en la ciudad de Vilaflor, Tenerife, Islas Canarias, España.

 

Con el deseo de llevar el evangelio al nuevo reino, el 18 de septiembre de 1649, se embarcó en la ciudad de Vilaflor con destino a Honduras, pero teniendo que llegar primeramente a La Habana, Cuba. En espera de continuar el viaje aprendió el oficio de tejedor.

 

A finales de enero de 1651, es informado que el barco en el que había realizado el viaje saldría de Cuba hacia Puerto Trujillo, Honduras, con pasajeros que llevaban sus mercancías a Guatemala. Al escuchar el nombre de Guatemala, exclamó: "A esa ciudad quiero ir, porque con júbilo y fuerza superior me siento inclinado a caminar hacia  ella, luego que la he oído nombrar, siendo así que es ésta la vez primera que oigo su nombre." Al desembarcar, se dirigió inmediatamente a pie hacia Guatemala.

 

Llegó por fin un día a los altos de Petapa, sobre el valle de Panchoy; y arrodillado besó la tierra, como si hubiera estado conciente de ver el lugar donde le quería Dios, y rezó una Salve a la Reina de los Ángeles. Puesto de pié, contempló emocionado la ciudad, exclamando: "Aquí he de vivir y morir".

 

Siguió su camino hacia la ciudad de Santiago de los Caballeros, actualmente La Antigua Guatemala, a la que llegó el 18 de febrero de 1651. Mientras estaba postrado besando el suelo sobre el Puente de las Monjas de la Concepción o del Matasano, un fuerte temblor estremeció la ciudad. Pedro, lleno de susto y confusión, pensó que esto sucedía por ser él un gran pecador. Arrodillado, pidió a Dios perdón y misericordia.

 

Actualmente, en dicho lugar se encuentra una escultura en memoria del Santo Hermano Pedro.

 

Escultura en el Puente del Matasano

 

 

El 4 de septiembre de 1651, se dedicó a trabajar como tejedor en el obraje de telas que se encontraba cerca de la entrada a la ciudad. El dueño del obraje era el Alférez Don Pedro de Armengol.

 

En esos telares trabajaron más de cuatrocientos esclavos y forzados (presos) provenientes de las ocho cárceles de la ciudad. El Hermano Pedro trabajó en el obraje hasta el año 1653, dando ejemplo de bondad y rectitud a todos. Terminada su tarea ayudaba a los más necesitados y luego rezaba su rosario y leía un librito espiritual.

 

Ese lugar fue el primer campo misionero del Hermano Pedro ya que allí Él se improvisó como catequista de los trabajadores. En la actualidad, esos telares se encuentran en ruinas, las que están cerradas al público.

 

El Hermano Pedro comienza a irradiar luz entre las tinieblas de Santiago de los Caballeros. No fue indiferente para Él la situación de abandono espiritual y moral en que vivían los esclavos, los presos, los trabajadores y los niños indigentes. En lugar de levantar la voz contra alguien, se sentía desafiado a testimoniar el amor de Cristo que veía reflejado sufriente y abandonado en las conciencias de aquellas personas tan sufridas, que nadie consideraba dignas de salvación. 

 

En 1652, con el deseo de ser sacerdote, el Hermano Pedro inició sus estudios en el Colegio de San Lucas de la Compañía de Jesús. Soportando muchas adversidades, el primer año tuvo que ser de introducción y nivelación ya que Él apenas sabía leer y escribir. Aunque estudiaba mucho nunca pudo aprender los nominativos del latín.

 

Al ver desalentado al Hermano Pedro por la dificultad en el estudio, un Hermano Terciario le aconsejó abandonar el Colegio y trasladarse a El Calvario porque allí tenía una cátedra donde aprender, señalándole una imagen de Jesús Crucificado y explicándole la doctrina de la Cruz; también le recomendó tomar el hábito de la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco.

 

El Hermano Pedro, afligido y lloroso, viendo que no avanzaba en el estudio y que era casi imposible aprender la gramática del Latín, a mediados de 1654, decidió dejar el estudio y solicitar el hábito de aquella Orden.

 

Desvanecido el proyecto de ser sacerdote, huyó de la ciudad por no volver al estudio. Subiendo por el camino que le llevó unos años antes a la ciudad, se fue a Petapa (actualmente Villa Canales) e ingresó a una ermita donde recibía culto muy devoto una imagen de la Virgen del Rosario.

 

 

Estando en oración, pues no sabía que rumbo darle a su vida, recibió la iluminación que buscada: Debía regresar a la ciudad de Santiago y dedicarse al servicio de Dios, dejándolo todo. Era la voz de María, en Ella Pedro depositó toda su confianza, y es Ella quien, en el momento de la aflicción, le abre el camino definitivo de su vida.

 

 Imagen de la Virgen del Rosario venerada por el Hermano Pedro

 

En la actualidad, esta imagen se encuentra en una capilla de la Iglesia de San Miguel Arcángel, en San Miguel Petapa, municipio de Guatemala.

 

Luego de abandonar sus estudios en el Colegio de la Compañía de Jesús, el Hermano Pedro trabajó, hasta junio de 1654, en la obra de construcción del Calvario. En julio del mismo año, se trasladó a vivir al Calvario como superintendente de la obra, haciéndolo con voluntad, humildad y resignación. Ahí solicitó, el 10 de enero de 1655, su ingreso en la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco.

 

El 14 de enero de 1655, el Superior de la Tercera Orden dio al Hermano Pedro el hábito interior, y el 24 del mismo mes le dio el hábito exterior en la capilla mayor del Convento de San Francisco en pública comunidad de religiosos y hermanos de la Tercera Orden.

 

En ese lugar el Hermano Pedro vivió la etapa decisiva de su vida ya que descubrió la verdadera razón por la cual Dios lo había traído a Guatemala. Recobró su alegría y su devoción apostólica. Dedicado a la oración y mortificación durante muchas horas del día y de la noche, también alternaba otras horas en obras de caridad por toda la ciudad vestido con un tosco sayal y una áspera túnica interior de cáñamo que se ceñía al cuerpo con cordeles.

 

En 1664, inició la obra y construcción del Hospital de Nuestra Señora de Belén, edificación que se concluyó en 1665. Sus ansias eran que hubiera en su Belén una fuente perenne de aguas de salud y de caridad para los que de ella necesitaran. Su preocupación era que los que entraran en su hospital para recuperar la salud del cuerpo salieran mejor en la salud del alma, y les pedía que pagaran a Dios el beneficio de la salud con la enmienda de sus vidas.

 

Cuando dicho Hospital fue creciendo comprendió que era necesario atenderlo de modo estable por una comunidad religiosa que se centrara en la oración, penitencia y servicio a los más pobres. Ese fue el principio de la Orden de los Bethlemitas. Las primeras constituciones de los Hermanos Bethlemitas fueron aprobadas el 20 de agosto de 1667 y confirmadas el 25 de enero de 1668.

 

Cuando se acercaba la Navidad, el Hermano Pedro disponía realizar un nacimiento, año tras año, en la ciudad de Santiago. Durante el Adviento llevaba por las calles una imagen del Niño Jesús, con otros motivos navideños, exhortando a la gente a prepararse a esa festividad con oraciones, ayunos y buenas obras. Llegada la Noche Santa, los feligreses se reunían en torno al Hospital de Nuestra Señora de Belén para realizar solemne procesión por las calles de la ciudad, llevando sobre un anda las imágenes de San José y de María, los dos en traje de peregrinos; celebración que el Hermano Pedro realizó hasta su muerte, apartando así los desórdenes que en esa noche solía haber en toda la ciudad. En nuestros días aún se continúa con esa tradición religiosa al realizarse "Las Posadas".

 

En 1665, obtuvo permiso del señor Obispo para cambiar su apellido, como lo hacían los religiosos, y llamarse en adelante Pedro de San José Betancur. Es importante recordar que ese humilde Terciario Franciscano nació un 19 de marzo día en el que, según el santoral de la Iglesia, se exalta la solemnidad del Señor San José.

 

Era un hombre que gozaba de buena salud, sin embargo, el contacto con los enfermos a quienes les daba refugio y abrigo, sus continuos ayunos y desvelos, sus disciplinas de sangre, y sus caminatas nocturnas descalzo y sin abrigo ayudando a los pobres y desamparados, hicieron mermar su constitución física, siendo el 14 de abril de 1667 cuando principiaron a manifestarse los síntomas de una enfermedad.

 

El 20 de abril de 1667, ya enfermo de gravedad, en el Hospital Nuestra Señora de Belén dictó su testamento, en el que pidió de caridad que se le entierre en la Iglesia del Señor de San Francisco El Grande, en el lugar de la sepultura de los Hermanos Terciarios.

 

Solía en sus últimos días apretar en sus manos un crucifijo. Cuando llegó la hora de su muerte, levantó sus brazos a un cuadro relacionado con el Patriarca San José que se encontraba en la enfermería del mismo Hospital, y con ademanes de querer abrazarlo, su rostro se iluminó con una dulce sonrisa y una felicidad incomparable; y quedando como fuera de sí dijo: ¡Ésta es mi gloria!  Al pronunciar estas palabras, a las dos de la tarde del día lunes 25 de abril de 1667, murió, a los 41 años de vida y a los 15 años de haber llegado a Guatemala.

 

Luego de la muerte del Hermano Pedro, el señor Obispo decidió que el cuerpo se velara en la Iglesia del Oratorio de la Escuela de Cristo, la noche del mismo día lunes, antes del solemne funeral y entierro en el lugar destinado para la sepultura de los religiosos de la Tercera Orden Franciscana, en el Templo de San Francisco El Grande.

 

Desde el amanecer hasta la hora del entierro se celebraron misas en altares fijos y portátiles sin interrupción, mientras que de los pueblos aledaños la gente concurría continuamente.

 

La veneración popular por el Hermano Pedro fue desbordante. Fue necesario tomar serias medidas para poner orden al entusiasmo de las personas, ya que todos querían llevarse una reliquia, un trozo de sus vestiduras, incluso, sus cabellos. Llegaron también las autoridades de la ciudad y el Obispo con su Cabildo. Viendo que todos se arrodillaban ante el cadáver, el Obispo dijo cordialmente: "disculpen las formalidades y alaben a Dios en su humilde siervo. Forme cada uno en su interior el concepto que le dicte su vida ejemplar, que yo por mi parte lo tengo por varón grande, digno de toda reverencia."

 

Con su ejemplo, motivó a las demás personas a un profundo sentimiento de veneración por el Hermano Pedro, rezándole desde ese momento, como a un verdadero santo.

 

El 25 de julio de 1771, Su Santidad el Papa Clemente XIV decretó que el Hermano Pedro había practicado las virtudes teologales y morales en grado heroico, declarándolo Venerable. El 22 de junio de 1980, Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en nombre de la Iglesia, reconoció la santidad del Hermano Pedro declarándolo Beato. El 7 de julio de 2001, ante el Santo Padre Juan Pablo II, fue presentado en la ciudad del Vaticano el Decreto para la Canonización del Beato Hermano Pedro de San José Betancur.

 

El 2 de febrero de 2002, en la ciudad de La Antigua Guatemala, se presentó oficialmente el libro "Los Escritos del Hermano Pedro".

 

En su Tercera Visita Apostólica a Guatemala, Su Santidad el Papa Juan Pablo II celebró la Santa Eucaristía para la Canonización del Beato Hermano Pedro de San José Betancur, el 30 de julio de 2002; acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.

 

Para la historia el Hermano Pedro murió hace muchos años, pero su espíritu sigue vivo especialmente en las Obras Sociales del Santo Hermano Pedro, centro de caridad y promoción humana.

 

Bendición del Santo Hermano Pedro de San José Betancur:

 

"En el nombre de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, aunque pecador indigno,

les bendigo, mis hermanos, en lo que puedo, y que Dios los haga humildes"

 

Fuente:

 

Itinerario de un peregrino en una "Ciudad Mística", La Antigua Guatemala (Ediciones Provincia Franciscana "Nuestra Señora de Guadalupe" de Centro América y Panamá) - Fray Damián Muratori - Fray Edwin Alvarado - Williams Mazariegos. Una Campana celeste resuena en Guatemala (Campaña: ¡Salvadme Reina de Fátima por la Gracia de Cristo Nuestro Redentor!).

 

 

    

  Santo Hermano Pedro de San José Betancur

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